Página web de INNOMADES, Red de nómadas por la Innovación Social.

Pincha aquí

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Quincho de Sébaco

Nicaragua, diciembre 2009

Lo más irreductible, lo más perdurable a la miseria del tiempo es la irreverente y maravillosa capacidad de resistencia de la infancia. Hasta el último poro de la piel transpira esa enorme apertura de la inocencia militante.

Como la canción de los Mejias y los Palacaguina, nos encontramos con un nuevo Quincho Barrilete, con más años, en otro contexto, pero con el mismo compromiso revolucionario de permanecer niño en un mundo de esclerosis madura que aboga por el sentido común. En este caso, Quincho se llama Alberto, tiene 5 años y despliega su inteligencia con enorme generosidad a los transeúntes de la carretera de Sébaco, camino a Managua. El escenario podría ser otro pero parece que las gasolineras de camino son los nuevos cruces de coincidencias y desvíos. Alberto, el niño pobre, como lo califican los otros niños, menos pobres, que consideran un adjetivo la condición impuesta de miseria del quincho de la Exxon.

La irreductible capacidad de sonreír, de ser niño, de jugar, de ser lo que se quiere ser, es única de nuestra infancia. Y unos por empeño racional por acelerarla y otros por locura en negarla, nuestra infancia transcurre como última atalaya de la posibilidad de ser humanos por un ratito.

Alberto me sorprende y me desarma con su sonrisa y con su juego…quijote de los nuevos tiempos, alimentado de las luces blancas de gasolinera y por las migajas de quién se da cuenta de su pequeña gran existencia. Y solo por un momento, aprendo de su presencia.

Pide plata pero no pide nada. Y es esa mi gran sorpresa. Da más que las monedas que pueden agarrar en el viento de las promesas. Su mirada me desarma por intensa, por generosa y regalada. Y permanece jugando, esa es su frontera resguarda del otro lado.

Nicaragua es tan especial que hasta los pandilleros andan en bicicleta. Y si no fuera porque hablamos de morir, la escena sería de una de Woody Alen. Unos muchachos jugando a ser los matones del contexto, los jefes del territorio de la adolescencia, persiguen a Quincho con la amenaza de volver a robarle los zapatos que ya le volaron el día de antes. Anda descalzo pero hasta eso se puede robar.

Pandilleros que aspiran a ser cabeza de noticia en algún periódico de provincia, arrojan toda su hiel contra nuestro quincho como si no le perdonaran su sonrisa que se clava en sus vidas de renuncia. En bicicleta y no en moto ni en carro descapotable (como en el resto de cloacas de América), anda la vida de adulto, recordando que nadie sonríe sin que lo autorice la autoridad competente de la felicidades.

Pero Quincho corre más que la razón impuesta y vuelve para dedicarme una nueva y demoledora sonrisa de: “le vaya bien chele”. “¡Dios que buen vasallo, si hubiera buen rey ¡ ”, qué buena oportunidad se pierde la vida.

Al rato, ya en el auto, un niño que tiene la suerte de haber nacido un poco más al norte, pregunta: “¿por qué pasa hambre si hay comida de sobra?”...ante estas preguntas no te queda más remedio que hacerte el efímero sordo despistado, el contestar de forma diletante y demagógica o devolverle la pregunta con la esperanza de que pueda contestarla con los medios que le da la sabiduría de la falta de doctrina: “pues yo creo que es un problema de cómo se reparte…”, dice el niño de 7 años….silencio….no hay nada que aportar…nada, nada, nada….

Debe ser eso, hay un mal reparto de la riqueza y de la felicidad. Nada está donde debería estar. Y Alberto, debería estar en el juego que brinda la vida que entiende de evidencias, de justicia, de lo natural. Quincho de Sébaco debería tener la oportunidad de enseñarnos con menos coste que el actual. Debería seguir siendo niño un tiempo más hasta que alguien le preste una bicicleta donde pueda ser el nuevo jefe de la pandilla de los racionales de lo ajeno y lo propio.

Me viene a la mente un párrafo de un poema de la Gioconda, no la de Louvre, sino la nica, la Belli:

“¿Qué mundo es éste que hemos creado

descalabrado y desapalabrado

un mundo lleno de boquetes

por donde caen los indefensos….

En este caso, caemos todos.


El transeunte

No hay comentarios:

Publicar un comentario